jueves, noviembre 22, 2012

ATRAPADO SIN SALIDA

Por tu causa, estoy condenado a repetir esta absurda ceremonia para siempre. Además, para empeorar la cosa, una corte de imitadores y reformuladores multiplica tu incordio en miles de variantes, sin que ninguna me exima de esta obligación original. ¡Y no tengo siquiera la esperanza de esa extinción que, hace rato, alcanzó a mis congéneres de carne y hueso! Porque, bien es sabido, la literatura nos vuelve eternos, ¿no es así? Pregunto... ¿para qué quiere alguien una eternidad como esta? Estoy harto de esperar aquí, al pie de la cama, a que el imbécil durmiente abra los ojos y me vea, igual que cada día, y recite otra vez la letanía aquella, tu famosa frasecita del demonio... ¡Maldito seas, Monterroso!

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