domingo, octubre 22, 2006

De sombras

La sombra, con mucho cuidado, desenganchó sus pies de humo de esos, carnales, a los cuales estaba atada desde siempre, y se alejó, exactamente como lo que era.Al derivar sobre la acera parecía una pequeña nube, un fantasma de cenizas, un trazo de carbonilla; a su paso, el calor de enero se enfriaba en las baldosas amarillas, en una súbita escarcha oscura; sin notarlo, la sombra marchaba rápidamente, sintiéndose más y más liviana a medida que la distancia crecía.Había cargado el peso de ese hombre durante demasiados años, sin ser tomada en cuenta para nada; había sido arrastrada sobre aguas turbias, sobre arenas ardientes, sobre rocas agudas, sobre calles heladas... Ya no quería seguir viviendo de ese modo.Cuando al fin él notó su ausencia, ella volaba junto a una bandada de golondrinas, azabache y libre como ellas, rumbo al horizonte.Desde entonces, moró en el país de la noche.Hasta ahí no llegaban, por suerte, los lamentos del abandonado.

No hay comentarios.: